La lluvia era la protagonista en
Bilbao un día cuanto menos especial. Y no sólo porque cientos de universitarios
se prepararan para volver a disfrutar sin ningún examen a la vista, sino porque esa noche el Kafé
Antzoki volvería a entonar aquello de “All
the cigarretes that…”.
En efecto, Lourdes Hernandez
alias Russian Red volvía a Bilbao por tercera vez desde que estrenara su ya
archiconocido disco “Fuerteventura”. Después de convertir en himnos temas como
“i Hate You But I Love You” o “The Sun The Trees”, regresaba a la capital
vizcaína para dejar una vez más su sello
de dulzura, ternura y magias folk. Un Kafé Antzoki a rebosar la esperaba, y es
que, apenas una semana antes, y al igual que en su anterior concierto en la
Rockstar de Barakaldo, en la taquilla colgaba el cartel de “entradas agotadas”.
Si alguien pensaba que la tirada de la cantautora madrileña había bajado en los
últimos años, tan sólo tenía que pasarse por la sala ayer para darse cuenta de
que tiene seguidores para rato.
Lo primero que llamó la atención
a muchos nada más entrar en la sala fue la configuración que había preparado el
grupo en el escenario. No se veía a la batería por ninguna parte, el piano de
Charlie había desaparecido y sustituido por una especie de multinstrumento
mutante que se componía de, tambores, un kit de percusión electrónica,
xilófono, algo parecido a un piano, una pieza metálica a la que llamaron
“cubitera”, unos bongos y todo lo que un músico con sus dos manos pudiera
tocar. ¿Era una botella de anís del mono lo que colgaba del cuello del
percusionista? En fin… era el “Set Diógenes” nombre apropiado donde los haya
para un sistema que fue el protagonista de la noche por encima de las melodías
de Lourdes. Y no era la única sorpresa ya que más tarde volveríamos a ver a
Brian Hunt (aquel chico indie medio inglés que catapultó a Lourdes hace ya casi
media década) entonar los acordes de todas las canciones que han convertido a
Russian Red en un icono del indie-folk Español.
Con un sencillo “Buenas Noches”
salió a escena Lourdes a las diez en punto de la noches. Una leve y tímida
sonrisa se esbozó en su rostro justo antes de lanzarse a interpretar esa
maravillosa balada llamada “The Memory Is Cruel”. Repitió canción de inicio una
vez más como ya lo hiciera en la mayoría de los conciertos de su segunda gira.
Algunos podrían echarle en cara que resulta una canción demasiado lenta y
emotiva para tocarse en un momento en el que el público está aún frío y
expectante. Sin embargo, a los que hemos visto a Lourdes salir al escenario con
los acordes de la primera estrofa sonando al piano de Charlie, sabemos bien que
Lourdes sabe lo que se hace. Anoche quedó sin embargo ligeramente descafeinada.
El nuevo formato no le hizo honor ni a ella ni a otras muchas.
El nuevo formato era original.
Algo irreprochable, pero a menudo sonaba como un quiero y no puedo entre temas
que mezclaban el acústico y eléctrico con sonidos de percusión
desacostumbrados. Para los temas acústicos y más pausados quedaba a menudo
demasiado desencajado mientras que en
aquellas canciones más marchosas y bailables se echaba demasiado en falta un
kit de batería como dios manda que llevase el ritmo de temas destinados a hacer
bailar a toda la sala. “La primera y última vez que probamos esto” llegó a
decir Lourdes a su público no sabemos si en broma o totalmente enserio. Ya lo
veremos.
A “Memory Is Cruel” le siguieron
temas de su segundo disco como “Nick Drake”, “Everyday, Everynight” o “The Sun
The Trees” (aquel con el que grabaría un videoclip el pasado verano en las
playas de Fuerteventura persiguiendo un rayo de sol). Especial mención merece su primer single “I
Hate You But I Love You” que consiguió
arrancar una ovación atronadora a todo el Antzoki. Tras ellas llegaría el
momento estelar de la noche en que Lourdes se dirigió a su públicó y afirmó
“Esta es una canción que Brian y yo grabamos en Cordoba, hace cuatro años”. Era
Cigarretes, y con sorpresa ya que por primera vez pudimos verla cantada a dos
voces. Brian Hunt, que había estado
encargándose del bajo y la guitarra durante todo el coincierto, se atrevió esa
vez con la segunda estrofa del himno de Lourdes. La versión quedó genial y tras
el concierto más de uno se preguntó porque Brian no acompañó en alguna canción
más a la madrileña, sin duda muchos lo habrían agradecido. No es común
últimamente ver a Brian acompañar a Russian Red en sus conciertos y pocos
pueden enorgullecerse de haberle visto cantar junto a ella. Sin duda su visita
de anoche a Bilbao pudo haber sido aún más memorable de haber participado en
otros temas del Repertorio.
Tras el clásico “Hago como que me
voy pero vuelvo” llegó el momento “Loving Strangers”. Este himno que popularizó
e su día la película de Medem no deja nunca indiferente a nadie y los que
anoche se acercaron con su pareja al antzoki lograron tener su momento
romántico. Y llegó la tercera y última de las sorpresa de la noche cuando
Lourdes honró al gran maestro Leonard Cohen con una versión de “So Long
Marianne”. Personalmente era de las pocas cosas que me quedaba por ver de
Lourdes Hernandez. El poder ver al canadiense personificado a través de su dulce voz fue sin duda lo más destacado de
una noche en la que lucieron las versiones y en la que a pesar de que más de
uno echó de menos las canciones en su formato clásico, primó la originalidad por
encima de todo ¡Gran noche Lourdes! ¡La próxima vez una de Simon y Garfunkel!